Por Sol Serrano, historiadora. Premio Nacional de Historia, 2018.
Dime cómo albergas tu memoria y te diré quien eres.
Quisiera que me dijeran que la cuido porque me acompaña; porque es el espacio de mi pertenencia y despierta mi imaginación, me interna en el laberinto de la sorpresa, y también por esteros que llevan no pocas lágrimas. El patrimonio es un relato. Material o inmaterial, sería inerte si nuestro relato no le diera luz, no le diera a luz.
Que gran ejemplo es este.
Conocí hace algunos años esta construcción magnífica que se llamaba “Casa Cochrane”. Supuse que ahí había vivido el comandante británico. Recorrí la preciosa casa, pero no había ni huella del personaje. Años después me entero que Cochrane apenas había pasado por ahí, pero antes, cuando el cerro aún era un castillo. Esta no era ni su casa ni su historia ni nada. En realidad, albergaba la historia fascinante de un inmigrante escocés que llegó a Chile a mediados del siglo XIX. Era relojero. Un medidor del tiempo y un observador de las estrellas. Orientaba con ello la navegación y el comercio marítimo; su reloj le daba el mediodía al puerto, y medía el clima. Su secreto, el secreto de la ciencia moderna, es que entendía en lo básico la relación entre todos estos fenómenos. Porque con los instrumentos precarios de aquella época, medía.
Y ahí en esa casa llena de carácter, con su mirada estratégica al mar y limpia hacia al cielo, instaló un telescopio. Fue el primer observatorio astronómico de Chile.
Contar esta historia en palabras tiene un valor. ¿Cuánto más lo tiene vivirla?
Nuestro país, todo, tiene historias fascinantes. Y las apagamos con tanto héroe que suficientes honores tiene. Entonces Los Mouat y quienes los siguieron se nos quedan apretados en una biblioteca y nos perdemos el gozar y aprender y sentirnos parte de cómo se forjó un fenómeno global, que también esta ahí en el cerro Cordillera de Valparaíso, de la formación de la ciencia moderna.
Rescatar esta casa va a guardar una memoria que ayudará y dirá quienes somos.
“Puro Chile” …. dan ganas de decir, y ahí esta el eco de Mouat…. “es tu cielo azulado.”